08 febrero 2008

Nada es perfecto


Hoy he escuchado a alguien que decía que "nada es perfecto". Y, sin duda, no le faltaba razón.
Pero cuando le doy dos vueltas pienso: ¿y cómo sería si fuera perfecto? Y me doy cuenta de que ni siquiera sé cómo quisiera que fuera si pudiera elegir. Perfecta es la circunferencia (según dicen los matemáticos), pero ¡no se me ocurre una vida semejante!
¿Tan imperfectos somos que ni siquiera somos capaces de imaginar algo que no lo sea?
Yo, cada día más, valoro en su medida las pequeñas (o a veces grandes) imperfecciones, porque empiezo a darme cuenta de que son la salsa de la vida. Cuando esperas algo del futuro y ocurre exactamente como se planeó, a menudo uno tiene la sensación de que falla algo... y quizá lo que falló era la improvisación. Cuando me ocurre lo contrario, en cambio, recuerdo la frase aquella de Lennon de que "la vida es aquello que te ocurre cuando tu te empeñas en hacer otros planes".
En ocasiones tenemos tanto miedo a que ocurran cosas imprevistas que estudiamos todos los detalles de las acciones, los sentimientos, los pensamientos entre los que nos movemos. Incluso llegamos a analizar a las personas que conviven con nosotros, intentando conocerles cada día mejor, a fin de que no nos sorprendan, y si hacen algo inesperado podemos llegar a vernos con el derecho de decir algo como "eso no me lo esperaba de ti", y sería en tono de reproche, como si fuera una traición a la "normalidad".
Yo, en cambio, no quiero "bolas de cristal". Me doy cuenta de que si me ofrecieran ver el futuro me negaría a aceptar tal proposición: la vida me sorprende a cada momento, y lo único que deseo del futuro es conseguir disfrutar cada vez más de esas sorpresas.

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