27 febrero 2008

cicatrices en el alma

Dicen que el tiempo cura las heridas, no estoy de acuerdo, las heridas perduran.
Con el tiempo la mente, para proteger su cordura, las cubre con cicatrices y el dolor se atenúa, pero nunca desaparecen.

Rose Kennedy


Somos una especie de contenedor, que va acumulando experiencias. Somos todo aquello que nos ha pasado en la vida. Pero es cierto que lo malo tendemos a esconderlo, a cubrirlo bajo una capa de olvido, intentando que no nos afecte. Pensamos que, si lo ocultamos suficientemente, podremos seguir viviendo como si nunca hubiera ocurrido. Como si nunca nos hubieran hecho daño... como si nunca pudieran volver a hacérnoslo.
Sin embargo, es cierto que el dolor deja cicatrices. Muchas de ellas nos marcarán la existencia mientras vivamos. Aunque hagamos como si no estuvieran, ellas nos recordarán (como hacen los doloridos huesos cuando va a llover) que somos frágiles.
Lamentablemente, algunas veces esas cicatrices consiguen que no nos sintamos bien con nosotros mismos o con los demás; que no confiemos en los otros, temiendo que vuelvan a dañarnos. Pueden hacernos reservados, temerosos, o simplemente (en el mejor de los casos) precavidos.
Quizá deberíamos encontrar el modo de hacer cirugía reparadora y perder de vista esas cicatrices... pero, no pudiendo, ojalá sólo sirvan para prevenirnos de los abismos que nos esperan en el futuro, y no nos empañen los paraísos haciéndonos creer que son simples espejismos.

22 febrero 2008

amigos

Probablemente, a lo largo de mi vida no haya hecho otra cosa que lo que estoy tratando de hacer ahora mismo: que me quieran mis amigos. Y tener cada vez más. Que es la única acumulación que merece la pena en la vida y por la que no se pagan impuestos.

Serrat

14 febrero 2008

Hoy es siempre todavía.



Últimamente, a causa de experiencias propias y ajenas, me ha dado por reflexionar sobre los sentimientos. Aunque deberían ser lo más cercano a nosotros, y por tanto, de lo más íntimo y aceptado, en general ocurre lo contrario, y si de algo solemos tener miedo es de ellos. Es como si no los pudiéramos dominar, como si tuvieran una vida propia ajena a la nuestra, y tomaran decisiones que nos fueran distantes.

En general, muchos sentimientos nos dan miedo, pero el que más y con diferencia es el amor (y aprovecho hoy para hablar de él por que es el día de "su santo").

Amar a alguien debería convertirse en una alegría y un gran acontecimiento, pero no siempre lo asumimos así, porque da un miedo tremendo darse a alguien, y dejar que nos acepte tal como somos (tal y como ni siquiera nosotros nos aceptamos a menudo). Nos asusta que pueda mirar en nuestro interior y que llegue a conocernos quizá más de lo que nosotros mismos nos conocemos. Nos da pavor tirarnos al vacío que supone una sentimiento en el que, cuanto más das más recibes, y que si no das de tu parte se marchita como una flor sin agua.

Cada vez me doy más cuenta, en cambio, de que si el amor existe, si algo se puede llamar así, es un sentimiento compartido por dos, seguramente el único que consigue que dejemos de ser egoístas y pensemos en dar todo lo mejor de nosotros. Pero, justamente por eso, el amor que no se cree eterno no es amor; si no nos lanzamos con la esperanza de que vaya a durar siempre se vuelve efímero y desaparece.

Creo que algo así quería decir Machado cuando dijo "Hoy es siempre todavía"... mientras que pensemos que el hoy durará para siempre, seremos amor, y seremos felices.

09 febrero 2008

Chaplin

No hay nada permanente en este malvado mundo. Ni siquiera nuestros problemas.






08 febrero 2008

Nada es perfecto


Hoy he escuchado a alguien que decía que "nada es perfecto". Y, sin duda, no le faltaba razón.
Pero cuando le doy dos vueltas pienso: ¿y cómo sería si fuera perfecto? Y me doy cuenta de que ni siquiera sé cómo quisiera que fuera si pudiera elegir. Perfecta es la circunferencia (según dicen los matemáticos), pero ¡no se me ocurre una vida semejante!
¿Tan imperfectos somos que ni siquiera somos capaces de imaginar algo que no lo sea?
Yo, cada día más, valoro en su medida las pequeñas (o a veces grandes) imperfecciones, porque empiezo a darme cuenta de que son la salsa de la vida. Cuando esperas algo del futuro y ocurre exactamente como se planeó, a menudo uno tiene la sensación de que falla algo... y quizá lo que falló era la improvisación. Cuando me ocurre lo contrario, en cambio, recuerdo la frase aquella de Lennon de que "la vida es aquello que te ocurre cuando tu te empeñas en hacer otros planes".
En ocasiones tenemos tanto miedo a que ocurran cosas imprevistas que estudiamos todos los detalles de las acciones, los sentimientos, los pensamientos entre los que nos movemos. Incluso llegamos a analizar a las personas que conviven con nosotros, intentando conocerles cada día mejor, a fin de que no nos sorprendan, y si hacen algo inesperado podemos llegar a vernos con el derecho de decir algo como "eso no me lo esperaba de ti", y sería en tono de reproche, como si fuera una traición a la "normalidad".
Yo, en cambio, no quiero "bolas de cristal". Me doy cuenta de que si me ofrecieran ver el futuro me negaría a aceptar tal proposición: la vida me sorprende a cada momento, y lo único que deseo del futuro es conseguir disfrutar cada vez más de esas sorpresas.

02 febrero 2008

Escuchar

Hace poco me he dado cuenta de que no solía escuchar a la gente. Pensaba que quizá estaba demasiado preocupada con mis problemas para escuchar los suyos... pero no, eso no encaja conmigo, porque en realidad me preocupa la gente.

Así que, después de mucho analizarlo, he descubierto que lo que me preocupaba era que me hicieran más daño. Creo que confié demasiado (y demasiadas veces) en gente que no lo merecía. Y que no lo merecían no porque fueran malas personas, o tuvieran malas intenciones... sólo no lo merecían porque no estaban dispuestos a confiar en mí.

Lo de la confianza, o es recíproco o no es nada. Se debe confiar en las personas cercanas; porque, de lo contrario, no se puede llegar a saber quiénes son, ni se puede tener paciencia con ellos, ni se puede llegar al centro de sus corazones: porque si no confiamos no abrimos los nuestros para que puedan pasar.

Hoy, o ayer, o hace unos días (no tiene importancia), empiezo otra vida: una vida en la que vuelvo a confiar. No sé a dónde me llevará este camino. Pero estoy segura que a través de él llegaré mucho más lejos que atravesando el camino huraño de la desconfianza y del alejamiento respecto de la gente cercana por el que últimamente me estaba desviando.

Vuelvo a escuchar, y me gusta lo que la gente me dice. Y espero que a la gente le guste lo que yo les pueda contar...