03 agosto 2012

creatividad

En el instituto, ya se sabe, la norma es vestir (e incluso pensar) como mandan los cánones. Y los cánones vienen a ser las personas de éxito del momento, los famosos a escala.
Mi norma, en cambio, era: si es raro y me gusta me lo pongo. Así fui una de las primeras personas de mi entorno en llevar parches en los pantalones, mallas de colores, medias de colores hasta las rodillas con falda corta…. En fin, lo que se dice “una hortera”.  
Era creativa, me hacía mis propias combinaciones de ropa, accesorios y demás. Combinaciones que, por supuesto, la gente no entendía y se reían de mí porque no podían integrarme en la moda imperante. Así que me lo hicieron pasar fatal.
Hoy, leyendo a Punset, me ha iluminado de un modo especial, dado que  dice que la creatividad es algo que los demás deben aceptar. Si se tiene una idea creativa pero “no se vende” dicha idea no es aceptada por el resto y, por tanto, no puede considerarse creativa, dado que dicha calificación deben darla los demás.
En fin… está bien entender la propia realidad… aunque sea tantos años más tarde…

Punset, Eduardo (2007). El alma está en el cerebro.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerdo esos pantalones. Aqui en el levante eran de otro planeta.

Sandra Sánchez dijo...

Pues le recuerdo al sr. Punset que Van Gogh no vendió un solo cuadro en su vida...

sísifo dijo...

Si, pero precisamente de eso se trata! El pobre Van Gogh no fue aceptado durante toda su vida. Nadie pensó que fuera "creativo", sino seguramente un loco o cualquier otra cosa... no fue hasta después de su muerte que se le reconoció la valía y por tanto no fue hasta entonces que se decidió que era creativo.
Esa es la cuestión... que uno puede ser un Van Gogh pero que la sociedad no lo vea o tarde en asumirlo.
Un abrazo!