17 enero 2014

te alegra el día

Ayer me pasó una cosa curiosa que me hizo reflexionar sobre el modo en que vivimos la vida y, especialmente, el modo en que quiero vivirla a partir de ahora. De hecho, podría considerarse que fueron dos sucesos, pero tan unidos que... bueno, lo explico y que cada uno reflexione a su gusto.
El caso es que me fui a una tienda de una cadena de estas de electrodomésticos que te venden todo tipo de aparatos. Yo necesitaba unos auriculares y allí estaba: delante de un aparador donde había un número mucho mayor del que hubiera esperado. De pronto, me vi con dos altamente similares, uno en cada mano, intentando decidir cuál era mejor (sin tener, por supuesto, la más mínima idea). 
Se me acercó un señor muy amable (uno de los asistentes de la tienda) a preguntar si necesitaba ayuda y me auxilió ante mi disyuntiva. 
También me ayudó a elegir un cargador de coche y, una vez que le di las gracias y me alejé pensando en lo amable que había sido, llegué a la caja donde la cajera intentaba entenderse con un cliente de habla inglesa.
El señor hablaba a toda velocidad y ella no entendía nada. Me preguntó si hablo inglés y mientras le explicaba que mi conocimiento del ingles era de 0,1 el cliente (que no entendía lo que nos decíamos) me explica (a la misma velocidad) el mismo rollo que le había contado a ella. 
Yo no entendía nada. Pero entre la expresión del señor, lo que me contaba y lo que deduje de la situación utilicé un par de las palabras que usó él para explicarle que el dinero que la tienda le debía de la devolución de un artículo se lo abonarían en cuenta. 
El señor me entendió y la cajera me miró agradecidísima porque ya no sabía donde meterse.
Entre unos y otros me alegraron el día. Estaba tan contenta de que me hubieran ayudado y tan contenta de haber podido ayudar que salí de allí satisfecha de la vida.
Entonces recordé la película de “Cadena de favores” y pensé... ¿tanto cuesta? Para ser altruista no es necesario apuntarse a una ONG ni dar grandes donativos si no se puede. A veces basta con ayudar a la persona que tienes al lado. 
Y, encima, ¡te alegra el día!

1 comentario:

Sandra Sánchez dijo...

Sísifo, oleee la alegría de las pequeñas cosas. Una vez más conecto perfectamente con lo que cuentas. Cierto, no hace falta hacer grandes cosas, con las pequeñas que tenemos al lado muchas veces es suficiente para cambiar el mundo. Si todos empezáramos por cosas pequeñas en poco tiempo cambiaría el mundo entero, estoy segura.
Qué Alegría de que pienses así!
;)