No son más que palabras; todo lo que nos decimos lo son. Pero, en cambio, a menudo una simple palabra nos puede cambiar la vida, o hacer simplemente, que ésta tome una dirección diferente de la que llevaba... realmente, a menudo pienso que somos barquitos de papel cuyo movimiento responde a las palabras, los afectos y alguna cosa más que nos viene de fuera, de los demás.
Queremos pensar que somos autónomos, independientes... pero quizá no seamos más que bolas de billar en un tapete, coloridas formas redondeadas que vamos de un lado a otro, golpeándonos unos con otros, haciéndonos variar las direcciones tomadas previamente y chocando con los márgenes de la mesa (o de la vida). Locos átomos que nos vamos cruzando, unas veces sin vernos, y otras sin poder dejar de mirarnos...
Hoy tengo la sensación de que yo soy la bola negra... espero que mañana me levante de mejor humor...
¿qué bola sois vosotros?