24 noviembre 2009

el mayor espectáculo del mundo

Es difícil hacer reír. A mí me encanta reír, y sé que no encuentro cada día suficientes ocasiones para hacerlo. Soy una fan de los que saben hacer reír a los demás y, sobretodo, de los que me hacen reír a mí.

Hace poco me preguntaron qué me gustaría ser de mayor. Yo contesté que me gustaría tener la hipoteca pagada para poder montar un centro de risoterapia. ¡Sería tremendo trabajar en un lugar donde la gente viniera a reirse!!

Algo así sentí el domingo. Fue un domingo especial porque fuimos al circo. ¡Qué gran lugar ese! ¡El mayor espectáculo del mundo!

La gente se emociona, y disfruta con las acrobacias, las risas y la música. Los ánimos se levantan y sale uno de allí pensando que podría ser capaz casi de cualquier cosa.

Pero los circos también me ponen un poco triste. Siento que es complicado dedicarse a algo tan nómada.

Por eso no han hecho que cambie de opinión: seguiré ahorrando sueños para seguir soñando que puedo dedicarme a reírme y a hacer reír.


Mientras, recordaré las caras de sorpresa de los niños cuando se encontraban con un payaso.




19 noviembre 2009

no rendirse

Nunca quise tener hijos. Supongo que no se ha dado nunca el momento adecuado en mi vida. Y suponía que, si no los tenía, nunca iba a saber eso que dicen que se siente cuando te preocupas más por otra persona que por tí.
Pero últimamente la vida nos ha puesto a prueba. Y estamos viviendo situaciones que nunca pensamos que podrían darse. Lo que me está enseñando mucho.
Entre otras cosas, estoy viviendo (de forma un poco remota) lo que puede ser preocuparse tanto de otro como de uno. No llego a ser madre pero quizá sí a acercarme a esa com-pasión cristiana de querer al prójimo como a uno mismo que algunos dicen sentir o vivir; aunque sigo siendo atea... ¡la vida no puede cambiarme tanto!!
La cuestión es seguir, buscar un sendero y un sentido y, si no se encuentra, por lo menos no rendirse.