Si no tienes a un dios al que pedir misericordia.
Si no hay un altar al que volver los ojos
y suplicar clemencia.
Si no hay un juez supremo
al que hacer responsable
de toda la maldad e injusticia del mundo.
Si no tienes un lugar
al que mirar con ansiedad y angustia
para encontrar consuelo.
¿A quién hacer culpable
de tanto y tanto sufrimiento?
¿Es que sólo el azar,
solamente el azar, es la causa
de tanto inútil dolor, tanto tormento,
enfermedad, adversidad,
la miseria, la muerte,
el odio, la pobreza...?
¿Y si tampoco existiera el azar?
¿Qué inventaríamos para explicar
tanto desasosiego?
Si no tienes a un dios
En: Daños colaterales. José Infante.