12 mayo 2008

perdón

Yo no creo en lo transcendente; seguro que ya lo he comentado alguna vez. Así que no se me podrá tachar "de nada" si, en esta ocasión, la cita que me hace pensar es de la Biblia.
Hace días que me da vueltas por la cabeza el hecho del perdón. Me da la sensación de que el perdón, la compasión (bienentendida como la "pasión con el otro"), el ser bueno... son todos sentimientos que, por su unión durante siglos a la iglesia, están de capa caída. No digo que queramos ser malos, ni que no los usemos... sólo que a menudo me parece que se usan "disimulando" para que no puedan decir de uno que es "buena persona"... ¡con la mala prensa que tiene eso en un mundo capitalista en el que el egoista y el triunfador comparten tantas cosas!

La cuestión es que iba yo dándole vueltas a eso y, en las páginas de un libro, me encontré con este fragmento de la Biblia que me hizo pensar. Como seguro que tendrá a sus espaldas mil reflexiones, estudios y pensamientos, yo sólo os lo transmito, para que penséis cada uno lo que queráis.

Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa.
Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: "Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!"
Pero Jesús le dijo: "Simón, tengo algo que decirte". "Di, Maestro", respondió él.
"Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?"
Simón contestó: "Pienso que aquel a quien perdonó más". Jesús le dijo: "Has juzgado bien".
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: "¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies.
Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor".

Lucas 7, 37-47

01 mayo 2008

la perseverancia

Hace tiempo escuché una historia sobre la bombilla que me hizo pensar mucho. Gran invento, Internet, que me deja encontrar todo (o casi todo) lo que busco... y también porque me deja compartirlo con vosotros:

En el fondo, el químico Sir Joseph Wilson Swan, un británico, es el inventor de la bombilla. El norteamericano Thomas Alva Edison no inventó la bombilla, sino que lo hizo Joseph Swan, que no pasará a la historia porque sencillamente no hizo más que una decena de inventos. Lo que hizo Edison fue coger la bombilla de Swan (que no había patentado su invento), en la cual entraba oxígeno y los filamentos se quemaban, y trabajó con entrega hasta que consiguió un tipo de material con el cual el filamento no se quemara. Esto último fue la labor de Edison, pero el invento de la bombilla corresponde a Swan, que, sencillamente, no perseveró lo suficiente.Cuando Edison inventó la bombilla, no le salió a la primera, sino que realizó más de mil intentos, hasta el punto de que uno de sus discípulos que colaboraba con él en el taller le preguntó si no se desanimaba ante tantos fracasos. Y aquí entra de nuevo la cuestión de la percepción del error, porque Edison respondió: "¿Fracasos? No sé de qué me hablas. En cada descubrimiento me enteré de un motivo por el cual una bombilla no funcionaba. Ahora ya sé mil maneras de no hacer una bombilla".
Fuente: http://www.profesor.escuelai.com