Hoy he escuchado a alguien que recordaba un dicho antiguo: “quítame la honra y me quitarás la vida”, y he descubierto que aparecen esas palabras en la segunda parte del Quijote. Un rival le obliga a declarar que su dama es más bella que Dulcinea, pero después se lamenta de que su debilidad haya manchado la honra de su dama y decide enmendarlo: “Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza y quítame la vida, pues me has quitado la honra”.
El ingenioso hidalgo es un personaje que desde siempre me ha gustado. Tanto el personaje creado por Cervantes, como el que se ha ido re-creando, sobre éste, dentro de la iconografía general. Contiene valores que parece que ya no existan, o a los que no se les da mayor importancia: valores de respeto, de búsqueda y defensa de los ideales... de luchar por acabar con los gigantes, los molinos, o aquello que representara todo lo malo de este extraño mundo.