02 febrero 2009

abrazo

Andaba leyendo la última novela de Gala, “Los papeles de agua”, cuando unas palabras suyas me han asaltado: “Nadia la estrechó contra su cuerpo como si tuviese más de dos brazos: cuatro o seis como mínimo.”
Me ha trasladado a un abrazo. No sé si a un abrazo concreto, o a alguno que recuerdo como el compendio de todos los recibidos. Y me he dado cuenta de que es lo que más añoro.
A menudo algunas personas (entre las que lamentablemente me incluyo) quieren dar una imagen de seriedad y fuerza que, irremediablemente, les aleja de lo que realmente necesitan, que es que les abracen y les digan que van a cuidar de ellas.
De pronto, descubro una gran necesidad y un gran vacío.

3 comentarios:

África dijo...

Estoy de acuerdo contigo. Los momentos felices y reconfortantes van unidos a un abrazo: un reencuentro, un saludo verdadero, un momento de consuelo, la demostración del cariño a un hombre o a una mujer que amamos, una felicitación... Muchas veces me ocurre que tengo hambre de abrazos, y dos brazos, es cierto, no me bastan.

Anónimo dijo...

Mi hermano hace poco me dio, de pronto, un abrazo (creo que tenía que ver con que lee mi blog...) y me dí cuenta de que es verdad que es algo que practicamos poco... ¡con lo barato que es y lo que compensa!!
Yo te mando un abrazo, Afri, ¡aunque sea a distancia!

Toni Herrero dijo...

Gracias por tu comentario del poema. Coincido en el tema de los abrazos. Personalmente, por mi timidez, no soy de esas personas que buscan continuamente el contacto físico de las personas con las que hablan. Pero hay tantas veces en que uno necesita un simple abrazo para sentirse mejor...
Te mando uno a través de la red.