20 agosto 2009

montar en bicicleta

"Es como montar en bicicleta: no se olvida."
Voy a decir directamente lo que pienso de esa frase: ¡es mentira!
Si, es cierto que todo el mundo recuerda cómo subirse a la bici y pedalear... pero que sea fácil montar en bici o que no se olvide... ¡eso es mentira a todas luces! Al menos en mi caso:
Me han dejado una bicicleta, porque he decidido que a mi sedentaria existencia le hace falta algo de ejercicio regular y pensé que, dado que odio correr, era el mejor modo de hacerlo sin pasar por un gimnasio...
Cuando me monté por primera vez después de 20 años en ese cacharro recordé muchas cosas, pero sobretodo recordé que hay cosas que sí se olvidan.
Independientemente de mi escasa capacidad para los deportes (que asumo a pesar de lo que pueda extraerse de este texto), me hice consciente de que cuando montaba en bici, cuando no era ni una adolescente, no tenía miedo. Incluso me caí haciéndome una herida importante en una rodilla, de la que aún conservo una especie de cicatriz, pero volví a subirme sin demora a la bici (cual caballo) y nunca le temí.
En cambio, ahora me doy cuenta de que, una vez entrenado de nuevo el equilibrio (que sí se pierde con los años) y el gusto de pedalear, lo que nunca voy a volver a recuperar, lo que sí se olvida, es esa capacidad de enfrentarse a las cosas como si no hubiera nada que perder.
Debe ser ese uno de los ingredientes mágicos de la infancia y esa receta sí que se olvida.

04 agosto 2009

violencia

 En el libro (que recomiendo) Pensar por pensar, Manuel Cruz y Manuel Delgado reflexionan sobre varios temas.
Todos me han llamado la atención, pero uno ha hecho que me detenga: hablando de la violencia, Delgado dice
Porque a cambio de esa violencia que te infligen sólo puedes ofrecer, en última instancia, la lucha o la sumisión.

Mi elección solía estar más de parte de la sumisión: la lucha comporta mantener la violencia, de modo que el único modo de evitarla pasa a ser la sumisión; o el alejamiento (que no deja de ser un modo perverso de sumisión).
Poco a poco voy aprendiendo que no atacar la violencia permite a los que abusan que continúen haciéndolo, porque “no pasa nada". Y que "violencia" no se reduce a un daño físico, sino que a menudo se violenta sólo con palabras, o con hechos que, aparentemente, no tienen consecuencias...
Alguien a quien quiero me contó una vez que de pequeño no se defendía cuando le pegaban porque pensaba que podría hacer daño al otro; hasta que se dio cuenta de que por miedo de no dañar se dejaba apalear...
Por lo que empiezo a entender que defenderse no debe comportar dañar, pero sí proteger.