26 septiembre 2009

ayuda

Hace unos días cogí mi bici y me fui a la biblioteca de mi ciudad. Cuando salí, unas horas después, mi bici estaba colgada del revés en su aparcamiento. Alguien la movió (no sé si con intención de robarla o de jugar) y a causa de ello se salió la cadena y se enredó en el pedal. Yo la aguanté allí mismo con una mano y con la otra le desenredé la cadena... y entonces me di cuenta de que no tenía ni idea de cómo arreglar aquello.
Cuando era peque eso habría sido un momento, porque recuerdo haber tenido esa habilidad... y yo iba renegando mientras la apoyaba en una pared y pensaba qué hacer.
En ese momento, cuatro niños que habían estado presenciando la escena con curiosidad, vinieron a preguntarme si me podían ayudar, a la vez que uno aguantaba la bici, y otro se arrodillaba para coger la cadena, y entre los cuatro se iban dando instrucciones en un idioma que yo no entendía (creo que en árabe).
El resultado fue que en un periquete mi bici estaba arreglada y mis cuatro salvadores ya tomaban otro rumbo (supongo que hacia sus casas por la hora que era), casi sin dejar que les diera un pañuelo para limpiarse la grasa o que les diera las gracias como es debido.

Somos diferentes. Tenemos culturas muy diversas. Pero cuando estamos en un aprieto nos parecemos mucho, seamos del color que seamos. La diversidad da miedo, a uno y otro bando, pero está claro que si aprendemos a vivir juntos y no desconfiamos por el aspecto de cada cual, el resultado será una sociedad mucho más libre.

1 comentario:

Isabel dijo...

Qué hermosura de reflexión,amiga.
Qué lección para tener en cuenta todos...
Hay una frase que dice: "cuando la desconfianza entra por la puerta, la amistad sale por la ventana..."
Así es,amiga,así es...
Me ha encantado aprender contigo.:-)
Un fuerte abrazo para tí y para esos amigos desinteresados...
Nos leemos.