19 noviembre 2009

no rendirse

Nunca quise tener hijos. Supongo que no se ha dado nunca el momento adecuado en mi vida. Y suponía que, si no los tenía, nunca iba a saber eso que dicen que se siente cuando te preocupas más por otra persona que por tí.
Pero últimamente la vida nos ha puesto a prueba. Y estamos viviendo situaciones que nunca pensamos que podrían darse. Lo que me está enseñando mucho.
Entre otras cosas, estoy viviendo (de forma un poco remota) lo que puede ser preocuparse tanto de otro como de uno. No llego a ser madre pero quizá sí a acercarme a esa com-pasión cristiana de querer al prójimo como a uno mismo que algunos dicen sentir o vivir; aunque sigo siendo atea... ¡la vida no puede cambiarme tanto!!
La cuestión es seguir, buscar un sendero y un sentido y, si no se encuentra, por lo menos no rendirse.

4 comentarios:

Isabel dijo...

Ser capaz de preocuparse u ocuparse de otro más que de uno mismo,o al menos casi lo mismo, ya indica que somos capaces de salir de "nuestro cómodo cascarón" y dar un paso más allá de nosotros mismos. Si alguien nos importa tanto quiere decir que nada está perdido aún.
La indiferencia sí es rendirse.Hay arraigos que ,sin tratarse de hijos,nos importan tanto que alteran nuestras prioridades.Tú sigue tu instinto,seguro que no te equivocas,amiga.Mi abrazo y mejores deseos.
Buen aprendizaje... ;-).

Núria dijo...

no te rindas nunca, Sísifo. Hay gente que, aunque mayor, requiere de tus palabras, tus abrazos y tu compañía, no ya por necesidades maternales, sino simplemente fraternas, o de amistad.
Mira si eres necesaria que, después de no entrar en el blog desde mi última publicación, se me ocurre escribir hoy y veo que ayer mismo lo hiciste tú.
Nuestras vidas están más ligadas de lo que parece, y eso es que nos necesitamos mútuamente.

José Luis dijo...

Pues sí, Sís, la mejor manera de cambiar de perspectiva es moverse. Luego todo se ve diferente, es una pasada.
Es difícil admitirlo por lo que comporta, pero el inmovilismo nos atrapa en nuestras vidas en muchas ocasiones y en muchos ámbitos.

Besos

Anónimo dijo...

Si... estoy aprendiendo, cada día más, a disfrutar de esos arraigos, Isabel.
Y no me rindo, Iseult, o al menos intento no hacerlo, que quizá es lo más que se le puede pedir a una persona, ¿no?
Pero, más importante, siempre he intentado no ser inmóvil y, como "el club de los poetas muertos", subirme de vez en cuando a una mesa y cambiar de perspectiva, JL.
Seguimos ahí, en nuestro camino, con nuestras piedras, pero siempre hacia arriba!
Un saludo a todos, sis.