Hace mucho que no escribo. Y lo peor de todo es que no me había dado cuenta hasta que he mirado la fecha del último post….
La verdad es que ciertos cambios laborales (para mejor, todo sea dicho) han conseguido que me olvide de una buena parte de mí (en la que se incluye ésta del blog). Es curioso cómo nos quejamos de tener que trabajar pero los que tenemos un trabajo absorbente nos dejamos llevar y si por él fuera le dedicaríamos 24 horas al día… Es bueno que uno disfrute con su trabajo, pero deberíamos recordar cada día más a menudo que sólo es un trabajo y la vida está ahí fuera.
Supongo que nos vamos acostumbrando a que el trabajo es algo que sabemos hacer y que, si encima se nos da bien, nos aporta gratificaciones que en otros terrenos no siempre sabemos encontrar. ..
Nos preocupamos porque pasan los días, pasan los años… pero, en realidad, la vida se va en las horas…
5 comentarios:
Para mi gusto, el trabajo ocupa demasiado tiempo de nuestra vida. El trabajo puede servir para realizarnos, pero, al final, en el trabajo no nos ocupamos de gentes, sino de estadísticas, objetivos, aumentos de producción... conceptos muy "metafísicos". En fin, que no nos ocupamos de nosotros mismos. Así, como dices, Sísifo, pasan las horas... Y luego los días y los años.
Cómo atrapar el tiempo... Imposible. El trabajo lo tiene a su servicio.
Es muy difícil pasar de las palabras a los hechos... Me incluyo. ¿Cuántas veces nos hemos mentalizado de aquello del Carpe diem? ¿Y hemos alterado en algo nuestro día a día? No sé si estoy negativo, o realista...
Estoy de acuerdo con ambos. Pero creo que deberíamos practicar el carpe díem en el trabajo tanto como en la vida extra-laboral... al fin y al cabo, todo ello es lo que conforma nuestra vida.
Incluso haciendo un trabajo que nos gusta caemos en la rutina... quizá deberíamos intentar ver cada día como algo especial, disfrutando cada minuto de lo que toque, aunque sea trabajo.
Besos a los dos. Gracias por estar ahí.
llevo días (meses) pensando en escribir exactamente lo que has escrito tú... Cada día me levanto y me prometo que trabajaré lo que me corresponde, y cada día me acuesto con la rabia de no cumplir mis propias promesas... El problema no es trabajar demasiado, como bien dices, sino perderme las horas (los minutos!) de mi vida, de la de mis hijas... tal vez mañana cumpla mi promesa... tal vez lo consiga uno de estos días...
Creo que la cuestión no es empeñarse en dejar el curro a la hora, sino empeñarse en acordarnos de todo aquello que queda fuera, lo que nos da el motivo para salir: la vida, la vida, la vida e, incluso si me apuras, la Vida!
Disfrutemos más y pensemos menos!
Besos,
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