25 septiembre 2011

ausencia

Escuché el otro día en una serie de televisión una cita que atribuyen a T.S. Eliot (no he podido confirmarlo):
"No tememos a la muerte. Tememos que nadie note nuestra ausencia. Que desaparezcamos sin dejar rastro."

Yo creo que sí tememos  a la muerte, porque lo único que tenemos es nuestra existencia y la muerte supone, ni más ni menos, perder lo único que somos. Independientemente de que uno crea o no en algo más allá, la cuestión es que “ese algo” no dejaría de ser otro camino y éste que andamos se acaba en un momento dado en un precipicio cuyo final desconocemos.

Pero dicho eso… sí que tiene razón el que dice que tememos desaparecer sin dejar rastro. Aquellos que hacen grafitis, los que pasan a la posteridad por un descubrimiento que cambie el mundo, los que tienen hijos… de un modo u otro el hombre necesita dejar su huella, hacer una muesca en el lugar donde vivió para que otros le recuerden.

A menudo pienso en vidas que se fueron y que dejaron una estela de personas que les añoran y recuerdan. ¿Quién no se pregunta, aunque sea un instante, si eso será lo que le ocurra?
Somos humanos; la memoria (historia, pasado, etc.) y el deseo de perdurar en esa memoria son, para mí, los rasgos que más nos alejan del resto del mundo animal.

18 septiembre 2011

¿cuándo se deja de amar?

¿Cuándo mueren los muertos?  Cuando uno los olvida. ¿Cuándo desaparece una ciudad? Cuando no existe más en la memoria de los que la habitaron. ¿Cuándo se deja de amar? Cuando uno empieza a amar nuevamente. De eso no hay duda.                                                
La ley del amor. Laura Esquivel

Este fragmento lo encontré en un manual de psicología (extraño lugar para un texto tan bello). Debo reconocer que no he leído el libro.
El caso es que me hizo pensar…: estoy de acuerdo en que muchas cosas desaparecen cuando dejamos de pensar en ellas. Y, seguramente como Esquivel dice, se deja de amar cuando se ama nuevamente (es decir, cuando, de nuevo, se olvida).
Pero recientemente he descubierto que hay otra forma de dejar de amar y es cuando uno se da cuenta de que ya no queda nada de la persona que amó.
Las personas cambiamos. Eso no es ningún secreto. El tiempo nos modela y nosotros unas veces cambiamos porque nos cambian y otras porque tomamos decisiones que nos llevan por otros derroteros.

O quizá el problema es que uno cambia y la persona  a la que amó se queda estanca allí, en algún lugar de nuestro pasado y, al cambiar nosotros, nos parece que se crea un abismo entre aquellos que fuimos.

A menudo, no se puede volver a amar porque se está tan clavado en el pasado que nada cabe más que los recuerdos. Hasta que se comparan con la realidad y uno descubre, como Penélope (la de Serrat), que nada queda de aquello.
Entonces, uno se libera; y se vislumbra una aurora que se debe aprovechar…. para empezar a amar nuevamente.