30 marzo 2013

quizá no habrá un mañana para hacer lo que postergamos


Hay lecturas que apasionan. Otras que hacen que cambie tu forma de ver la vida. Martes con mi viejo profesor* es una de éstas.
Creo que ni siquiera sé bien hasta qué punto me afecta lo que cuenta, pero sé que de algún modo lo hace:
No es la única lectura que me ha hecho pensar (más adelante contaré sobre otras lecturas recientes), pero sí creo que es un libro honesto que puede realmente plantear cosas sencillas como las relaciones que vivimos con los demás.

Supongo que todo el mundo ha pensado alguna vez en la muerte. Pensamos más o menos en serio en función de cómo nos encontramos, de cómo vivimos... y de cuán capaces somos de asumir el hecho de que un día desapareceremos de la faz de la tierra.
Si se es ateo y no se confía en nada posterior, si se cree que la vida no es más que esto y que lo otro sólo será un nuevo túnel al que volver (el mismo del que vinimos) no es demasiado agradable pensar en cuál será el fin de nuestros días.

Pero se puede encontrar el relato sobre la muerte de  Morrie Schwartz y se puede reflexionar sobre ello... Como lo hace Mitch Albom. Parece que a él le cambió la vida su relación con su viejo profesor. Quizá a muchos les cambió también leerlo.
Yo aún estoy algo conmovida y algo escéptica. No es la primera vez que me doy cuenta de que la vida es muy corta. Pero lo que él transmite no es sólo eso sino que, además, lo único que tenemos es el amor de los vecinos, las relaciones humanas, el cariño de los otros.
Se debe escuchar. Se debe compartir. Se debe olvidar lo complicado que es transmitir los sentimientos propios y aceptar los de los demás. En fin, se debe vivir plenamente en relación con las personas que nos rodean y nos conviven. 

Porque la vida es corta, quizá no habrá un mañana para hacer lo que postergamos; y, en el fondo, lo sabemos aunque no hagamos nada porque asumirlo sería aún más complicado que intentar olvidarlo...

*Martes con mi viejo profesor. (1997). Mitch Albom

04 marzo 2013

un cuerpo vacío de vida no es la muerte


Ando deambulando alrededor del  tablado fúnebre, en el silencio de la sala, con la cabeza caída, pero por más vueltas que le doy no puedo encontrar a la muerte en el cadáver de la abuela. Años más tarde aprenderé que un cuerpo vacío de vida no es la muerte. Un cuerpo vacío de vida es nada más que un cuerpo vacío de vida. Sabré que la muerte está en la vida, como fin anunciado de la gente que uno quiere y las experiencias que lo hacen a uno feliz: que asoma, como la transpiración, por los poros.  Que un cadáver es el único cuerpo donde la muerte no está. 

La canción de nosotros. Eduardo Galeano.



03 marzo 2013

me pierdo


Es fácil perderse. Yo hace días que me perdí y no he vuelto a encontrarme hasta hace poco. 
Cuando me pierdo, no escribo. Cuando me pierdo, no sé hacia dónde voy. Cuando me pierdo… en fin, me pierdo.
Tampoco se puede decir que sepa a dónde voy cuando no estoy perdida, pero al menos soy consciente de estar aquí y de querer buscar un rumbo (otra cosa es la pereza que me da empezar a buscarlo de veras).
Quizá el problema es que buscar un rumbo esté sobrevalorado. Me conformo con saber que estoy aquí. Intentaré no volver a olvidarlo.