Si tuviera un fuego, lanzaría un montón de cosas. Me gustaría verlas arder.
Empezaría por mi pasado. No ese que agradezco recordar, ni el que me alegra. Ni siquiera el que lamento que ocurriera pero me hizo más adulta... no... Lanzaría aquel pasado que hizo que me frenara, que me atascara en su momento y no me dejó avanzar.
Supongo que todo el mundo ha tenido algo así: un momento de su vida, una época quizá, que distorsiona todo lo que pasa después.
Es algo sutil. De lo que nos damos cuenta mucho tiempo más tarde. Tanto que, a veces, hemos dejado pasar media vida antes de darnos cuenta.
En fin, yo lo lanzaría al fuego y me quedaría quieta, mirada fija y sensación cálida tanto por el calor como por la tranquilidad (que me la imagino así, cálida como una manta).
No tengo un fuego. Pero tengo algo mucho más valioso: Algo que se está cocinando y que está teniendo el mismo efecto. Algo importante que me cambiará como no he cambiado nunca. Algo que me permitirá ser una persona diferente.
Y me encanta esta sensación de renovación. Doy por fin un paso adelante. Mi vida será otra y lo voy a disfrutar como nunca...
1 comentario:
Entiendo muy bien ese deseo de fuego purificador...no sé sabes hasta qué punto Sísifo. Sí, tienes razón, nos damos cuenta de esos momentos que marcan un antes y un después cuando ya han pasado cuando seguramente ya no tienen remedio, cuando sólo un buen fuego podría extinguirlos para siempre...
Veo que hay encontrado tu fuego...felicidades pues y que te vaya estupendamente entonces.
Un placer leerte (como siempre).
;)
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