18 febrero 2022

desapego

Explorando el camino de la meditación con una escuela budista, un día nos hablaron de los mandalas. Concretamente, de los mandalas de arena que realizan los monjes budistas del Tíbet. Para mejor explicación de lo que son y representan podéis ver este vídeo que lo ilustra mejor de lo que podría hacerlo yo.

Ellos se entrenan en el desapego y el dejar ir. Conceptos muy difíciles para los occidentales, que vivimos en una sociedad capitalista basada en el consumo y la posesión.

Hablando de esto con una amiga, caí en la cuenta de que nuestra versión de los mandalas, la versión que podría representar a nuestra sociedad, son esos puzles que se construyen para encolarlos y ponerlos en un marco…

¡No puede haber visión más diferente! Unos, construyen arte con la misión final de dejar ir su construcción. Y los otros, seguramente no los construirían si supieran que al acabar serán delicadamente destruidos…

Estoy en el camino de intentar entender:

Cuando dejo ir lo que soy, me convierto en lo que podría ser. Cuando dejo ir lo que tengo, recibo lo que necesito.

 Lao-Tse

 

ver lo que no está

 Hace unos días, paseando por mi pueblo, vi esta rama que sobresalía por encima de un muro.   Me dio toda la impresión de que había una cara en él y me paré a hacerle una foto.

No sé si fue mi imaginación. Y puede que en foto no dé el mismo efecto. Pero, en cualquier caso, me recordó a mi niñez.

Cuando yo era pequeña, todo me evocaba a otras cosas: ya podían ser nubes, manchas en la pared, azulejos, láminas de corcho natural… recuerdo muchas escenas en las que me quedaba mirando las formas e intuyéndoles un sentido. Podía quedarme mucho rato mirándolas de una en una intentando descifrar lo que había detrás.

Una tarde que fui al médico con mi padre (y como suele ocurrir en las consultas, iban con retraso), nos dedicamos a comentar las formas que veíamos cada uno. Contando que mi padre es pintor y se dedica al abstracto, no era descabellado que a los dos nos gustara el mismo juego.

Ahora no me suele ocurrir. Por eso me sorprendió esta rama. Qué lástima que con la edad perdamos esta capacidad de ver aquello que no está; de imaginar otras realidades. Incluso creo que a los niños de ahora tampoco les suele ocurrir... la infancia de pantallas y “realidad virtual” que viven les aleja de tener que imaginar porque se lo da todo bastante hecho...

Así que, siempre que puedo, me fijo en estas cosas para volver a ser niña.

06 febrero 2022

miedo

 Hace mucho (más de 20 años), una amiga hizo un anillo para cada una de las tres amigas que éramos. Y nos pidió una palabra para grabar dentro.

No recuerdo las suyas. La mía fue Miedo. En aquel tiempo, todo me daba miedo. Creo que la vida me daba miedo. A los 20 me habían hecho tanto daño de diversas maneras que, para mí, la vida era sufrir. Y, por lo tanto, miedo.

Pero el otro día, sin saber cómo, lo perdí.

Primero me dio rabia. He perdido muy pocas cosas en mi vida y las recuerdo todas. Por lo que perder este anillo, con tanto significado y, a la vez, con tanto tiempo, me dolió inmensamente.

Sin embargo, unos días después e inesperadamente, me ha surgido otro sentimiento. Acabo de ser consciente de que, de algún modo, he perdido “el miedo”… 

La primera reflexión ha sido ¿se puede perder el miedo? Y creo que la respuesta está en que lo que he perdido es “el miedo al Miedo”. No sé si con el tiempo me he hecho más valiente. Lo que sí veo es que sufro menos por lo que tenga que venir. Quizá ya me he curtido, o quizá piense que no vale la pena detenerse en el sufrimiento de un futuro que no sabemos si vendrá.

Así que he aceptado que puedo hacer una copia del mismo anillo, pero que esta vez no pondrá Miedo. Aún debo decidir la inscripción.

Puede que ponga “Esto también pasará”, como en la leyendadel anillo...