Vuelvo a descubrirme asombrada por las palabras de André Comte-Sponville.
Esta vez en El amor, la soledad. Un libro de una gran belleza que explora tantos temas que no podría haceros un resumen. De modo que os dejo sus palabras, que hablan por sí solas.
“La palabra no me interesa más que cuando es lo contrario de una protección: un riesgo, una apertura, una confesión, una confidencia... Me gusta que alguien hable lo mismo que se desnuda, no para que le vean, como creen los exhibicionistas, sino para dejar de esconderse...
“La verdadera cuestión consiste en saber si hay que dejar de amar cuando se deja de estar enamorado (en cuyo caso apenas se puede hacer otra cosa que ir de pasión en pasión, con inmensos desiertos de hastío y aburrimiento entre una y otra), o si, por el contrario, hay que amar de otro modo y mejor. Las pocas parejas que lo consiguen a duras penas (pero las hay, en cualquier caso), me parece que exploran este segundo camino que, sin duda alguna, es el más difícil y el más lleno de delicadeza... Me gustan las parejas cuando son felices: me gusta su intimidad, su complicidad, su humor, su erotismo del día a día... Esos amantes saben que el deseo es otra cosa y más que una carencia, que el amor es otra cosa y más que la pasión.
Esta vez en El amor, la soledad. Un libro de una gran belleza que explora tantos temas que no podría haceros un resumen. De modo que os dejo sus palabras, que hablan por sí solas.
“La palabra no me interesa más que cuando es lo contrario de una protección: un riesgo, una apertura, una confesión, una confidencia... Me gusta que alguien hable lo mismo que se desnuda, no para que le vean, como creen los exhibicionistas, sino para dejar de esconderse...
“La verdadera cuestión consiste en saber si hay que dejar de amar cuando se deja de estar enamorado (en cuyo caso apenas se puede hacer otra cosa que ir de pasión en pasión, con inmensos desiertos de hastío y aburrimiento entre una y otra), o si, por el contrario, hay que amar de otro modo y mejor. Las pocas parejas que lo consiguen a duras penas (pero las hay, en cualquier caso), me parece que exploran este segundo camino que, sin duda alguna, es el más difícil y el más lleno de delicadeza... Me gustan las parejas cuando son felices: me gusta su intimidad, su complicidad, su humor, su erotismo del día a día... Esos amantes saben que el deseo es otra cosa y más que una carencia, que el amor es otra cosa y más que la pasión.
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