Me encanta la publicidad. Los buenos anuncios son como películas pequeñitas que consiguen decir muchas cosas en poco tiempo. Lo único que no me gusta de ellos es que anuncian cosas… pero ¡algo malo tenían que tener!
Estos días me tiene enamorada este anuncio que dice que “siempre” significa decir “sí a los níscalos y los boletus”… vamos, que sí a compartir la vida con otro.
Acabo de volver a verlo y he recordado que este fin de semana hablaba de la familia, los amigos y los conocidos con alguien que me decía (con razón) que uno debe estar bien para poder compartir lo que sea con los demás.
Sin embargo, con su permiso, yo creo que mi teoría va un poco más lejos; porque, si bien es cierto que uno es lo único que tenemos, que debemos ser para que los demás sean e importen, me gusta más el dos. El dos que supone ese siempre, siempre a compartir la vida con el otro.
El problema es que pocos encuentran ese dos y ese siempre. Muchos se encuentran con otro uno, y comparten cosas durante un tiempo, pero nunca con idea de que sea para siempre. A menudo con el deseo de que no le abandonen pero sin interés por comprometer su vida y, por lo tanto, siendo siempre dos.
No es fácil encontrar a aquel dos que con otro haga uno.
Pero que sea difícil no significa que no exista o que no merezca la pena buscarlo… para siempre.
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