26 julio 2023

hay vaso

 Hoy he escuchado una charla TED muy interesante.  Para quien no sepa lo que son las charlas TED aquí le dejo información:  https://es.wikipedia.org/wiki/TED.

La cuestión es que, en un momento de su charla, David Samra nos enseña una foto de un vaso y nos dice:

El vaso ¿está medio lleno o medio vacío?
¡No importa si está lleno o medio vacío: Hay vaso!
¡Vean que tenemos vida! ¡Hay vaso!


Los cinco hábitos que transforman tu vida. 

David Samra

https://youtu.be/bSkuXi56I3k


 Y creo que eso resume mi estado mental actual. Es decir: La fatiga crónica reduce mi actividad a casi nada. He pasado de tener un trabajo absorbente al que dedicaba unas 10h de media al día, a no poder hacer más de una actividad al día. Lo que se concreta en que si tomo un café con una amiga quizá no pueda hacer casi nada más el resto del día.
Pero, en cambio, me siento más plena que antes.

La meditación, la relajación y, en definitiva, todo lo que estoy aprendiendo, hacen que viva de otra manera. Pero está la cuestión de si no echo de menos todo lo que podía hacer antes.
Y la respuesta seria que lo echaría de menos si me enfocara en el pasado. Pero he preferido centrarme en el presente. En hacer lo que puedo hacer, sin pensar en cuál es mi limitación. Sintiendo que aún estoy viva y que puedo hacer cosas.

Si fuera un pájaro enjaulado, me concentraría en volar por todo el espacio que tengo, sin mirar constantemente mis barrotes. Porque, sí: estoy en una jaula. Pero... ¿quién me impide volar?

Si me concentro en todo lo que he perdido, no podré levantar cabeza; ni vivir pensando constantemente en todo aquello he perdido…
De modo que prefiero soltar, aceptar mi situación y vivirla lo más plenamente posible. Aunque ello requiera olvidar los límites de mi jaula...

08 marzo 2023

Mujer

Dos años después de dejar de trabajar, me da por reflexionar sobre mi papel en la empresa, y saco conclusiones de las que nunca fui consciente.

Trabajaba para una empresa de seguros. Fui comercial muchos años, y otros tantos dirigí una oficina con personas y otras oficinas a mi cargo. Y durante todo ese tiempo dije (y pensaba que con razón) que el ser mujer no había influido en mi trabajo.

Pero, al mirarlo con distancia y perspectiva, me doy cuenta de que durante todos esos años no dejé de preocuparme por mi aspecto y mi manera de relacionarme. Tenía que vestir bien, tenía que ser siempre simpática y sociable…

En cambio, mis compañeros no se preocupaban en absoluto por eso: Se ponían el traje (creo que la mayoría solo tiene uno o dos), una camisa y corbata a juego y, si tenían un día de esos en los que no tienen ganas de hablar con nadie, intentaban reducir sus contactos sociales al mínimo.

En cambio, nosotras teníamos que estar siempre “perfectas para la ocasión”. Debemos dejarnos besar por los otros 20 compañeros en una reunión (cuando ellos se dan la mano o a veces ni eso), tenemos que ser sociables y no podemos fallar ni una vez, porque de lo contrario se nos recordará sólo por eso.

Y, lo peor, que estos micromachismos ¡no los vemos ni nosotras mismas!!

Estuve en reuniones con los presidentes de la compañía (20 años dan para conocer a varios) y en todas las ocasiones “me escogieron” para comer en su mesa. Y en todas tuve que pensar ¿estoy aquí porque creen que tengo algo que aportar, o sólo soy mujer florero?

También cuando me ascendieron tuve que soportar que muchos me miraran como si hubiera hecho algún “favor” para conseguirlo. Pero a ninguno de mis compañeros les cuestionaron así. Ellos ascienden siempre “porque lo merecen”. Nosotras tenemos que demostrarlo cada día para que no piensen que estamos por la cuota o porque le hemos caído bien a alguien.

La sociedad está cambiando. Yo misma soy consciente del cambio que ha sufrido mi empresa, que ha pasado de ser mayoritariamente de hombres a ir dejando paso a las mujeres. Pero estos cambios son tan lentos que a veces hasta cuesta verlos.

Y, lo peor, tenemos tan asumida esta realidad que, hasta que no salimos de ese bucle y lo vemos con distancia, nosotras mismas no nos damos cuenta del trato diferencial que recibimos o que nosotras mismas nos imponemos.

Estoy segura de que la normalidad acabará llegando. Mientras, tendremos que estar atentas para detectar los micromachismos que hemos aceptado sin darnos cuenta y ser capaces de analizar la realidad con distancia y ecuanimidad.


Edito unos días después de escribirlo (antes de publicarlo) para añadir una cosa:

Escuchando una entrevista con Emma Vallespinós, que ha escrito un libro titulado "No lo haré bien", me doy cuenta de otra cosa que no había tenido en cuenta... mi Síndrome de la Impostora.

Fui consciente plenamente del “síndrome” cuando leí una entrevista con Dani Martín en la que explicaba cómo se sentía "poco merecedor de su éxito" y pensé "mira, lo mismo que me ha pasado siempre a mí".

Pero, al escuchar a Emma, me doy cuenta de que no soy yo sola. De que somos muchas LAS noloharebienistas y que, probablemente, sea otro de los resultados del Patriarcado...

En fin, ya me he pedido el libro, así que os contaré más cuando lo haya leído.


Aquí os dejo las dos referencias:

Emma Vallespinós en La Ventana de La Ser

Qué es el síndrome del impostor que sufre Dani Martín y qué hay detrás


03 marzo 2023

ventana cerrada

Me recuerdas a alguien que está mirando hacia a fuera por una ventana cerrada y no puede explicarse los extraños movimientos de un transeúnte. No sabe qué tormenta se ha desatado ahí afuera ni que esa persona puede estar teniendo dificultades para mantenerse en pie."
Ludwig Wittgenstein

 

En un libro que tengo muchas ganas de leer (La vida es dura, del profesor Kieran Setiya) encontré este texto, que recoge la respuesta que L. Wittgenstein (filósofo austríaco) le da a su hermana, Hermine Wittgenstein (Mi hermano Ludwic), cuando se da cuenta de que ella es incapaz de entender la vida que él quiere llevar.

Cuando lo leí, me iluminé, porque creo que es la mejor definición de cómo me siento en los últimos tiempos: Tener una enfermedad “que no se ve” puede ser muy agotador cuando la gente se empeña en decirte que “tienes buena cara”.

Mi madre me solía contar que, cuando a mi abuela le decían eso, ella contestaba “claro, es que en la cara no me pasa nada” … Explicarse, a veces resulta agotador, y le deja a uno con la amarga sensación de ser egocéntrico y no hablar más que de uno mismo.

Y eso es lo que siento…  que mi aspecto no concuerda en absoluto con mi interior. Así, Wittgenstein acierta con su diagnóstico: los demás me miran a través de los cristales de sus ojos que vienen a ser ventanas cerradas.

Y lo peor es que sé que hay buena intención tras las palabras, que los que saben de mi enfermedad buscan el modo de acercarse, de intentar empatizar...  Pero las enfermedades físicas que “no se ven”, así como las enfermedades mentales, son muy complicadas por eso, porque son “invisibles”.

Cuántas veces no habré juzgado yo a otros por el aspecto que tienen, sin saber qué lucha libran en su interior.

04 febrero 2023

Love Actually / Los tiempos están cambiando


 Hoy he “revisitado” una peli que siempre me ha gustado: Love Actually. Y la verdad es que me sigue gustando, pero con un matiz importante…

Me he dado cuenta de algo que en su momento me pasó absolutamente desapercibido: al menos en 3 ocasiones ridiculizan a una mujer por tener curvas.

Me ha hecho darme cuenta de que empiezo a sensibilizarme por el tema.

Porque, aunque soy una mujer a la que le sobran tranquilamente 20 kilos (no se nota demasiado a causa de mi altura, pero yo lo acuso cada día), me doy cuenta de que yo también tengo mis prejuicios con el tema.

Muchas veces en su Insta, Mara Jiménez (@croquetamente__) critica actitudes que yo reconozco haber tenido sin darme cuenta. Poco a poco, con la ayuda de Mara y de otras luchadoras, he ido observando (en mí y en otros) ciertos micromachismos y prejuicios que tenía instalados y de los que nunca fui consciente.

Así, ahora puedo seguir disfrutando de las pelis que me gustan pero, además, puedo ser crítica con aquellas cosas en las que veo que hemos avanzado pero en las que las películas se van quedando atrás, reflejando una sociedad que, por suerte, va quedando desfasada.

Nos queda mucho por avanzar. Pero estoy contenta de poder ver mi evolución personal.

24 enero 2023

Inocencia Interrumpida

 Hoy he vuelto a ver esta película, que ya me impactó el año de su estreno, en 1999.

He recordado cómo me rompí un poco en aquella ocasión… era una adolescente que se iba haciendo mayor pero que estaba un poco perdida. No encontraba mi lugar en el mundo; especialmente porque no era consciente habitar ningún lugar. Bueno, uno sí habitaba, literalmente hablando, pero no era mi lugar. Ni siquiera un buen lugar psicológicamente hablando.

¿Os habéis sentido así alguna vez? ¿Perdidos, como si hubierais llegado al mundo en el momento incorrecto y no consiguierais encontrar la carretera porque aún no la han construido?

Lloré mucho al verla. Fue justo al salir del cine, en la calle. Durante mucho rato y desconsoladamente ante la atenta mirada de mi amiga del alma que, intuyendo lo que me estaba pasando, se sentó a mi lado y me dejó expresarme con calma.

(Qué bueno es tener amigos que te conocen más incluso que tú mismo…).

Cuando paré de llorar, fui consciente de que se había roto un dique que llevaba demasiados años conteniendo demasiadas cosas. Me rompí para volver a pegarme, como esa cerámica rota japonesa que se une con oro para hacer algo mejor (Kintsugi), creo que de algún modo renací a misma. Ahí empezó de veras mi vida… 26 años después del primer comienzo…

Unos años más tarde (curiosamente, casi los mismos 26) vuelvo a verla. Ahora que mi vida no se parece a aquella, porque he “renacido” varias veces desde entonces, esta película me recuerda que a veces un loco no es más que alguien con una obsesión. Y que los “cuerdos” a veces no lo estamos tanto…

18 febrero 2022

desapego

Explorando el camino de la meditación con una escuela budista, un día nos hablaron de los mandalas. Concretamente, de los mandalas de arena que realizan los monjes budistas del Tíbet. Para mejor explicación de lo que son y representan podéis ver este vídeo que lo ilustra mejor de lo que podría hacerlo yo.

Ellos se entrenan en el desapego y el dejar ir. Conceptos muy difíciles para los occidentales, que vivimos en una sociedad capitalista basada en el consumo y la posesión.

Hablando de esto con una amiga, caí en la cuenta de que nuestra versión de los mandalas, la versión que podría representar a nuestra sociedad, son esos puzles que se construyen para encolarlos y ponerlos en un marco…

¡No puede haber visión más diferente! Unos, construyen arte con la misión final de dejar ir su construcción. Y los otros, seguramente no los construirían si supieran que al acabar serán delicadamente destruidos…

Estoy en el camino de intentar entender:

Cuando dejo ir lo que soy, me convierto en lo que podría ser. Cuando dejo ir lo que tengo, recibo lo que necesito.

 Lao-Tse

 

ver lo que no está

 Hace unos días, paseando por mi pueblo, vi esta rama que sobresalía por encima de un muro.   Me dio toda la impresión de que había una cara en él y me paré a hacerle una foto.

No sé si fue mi imaginación. Y puede que en foto no dé el mismo efecto. Pero, en cualquier caso, me recordó a mi niñez.

Cuando yo era pequeña, todo me evocaba a otras cosas: ya podían ser nubes, manchas en la pared, azulejos, láminas de corcho natural… recuerdo muchas escenas en las que me quedaba mirando las formas e intuyéndoles un sentido. Podía quedarme mucho rato mirándolas de una en una intentando descifrar lo que había detrás.

Una tarde que fui al médico con mi padre (y como suele ocurrir en las consultas, iban con retraso), nos dedicamos a comentar las formas que veíamos cada uno. Contando que mi padre es pintor y se dedica al abstracto, no era descabellado que a los dos nos gustara el mismo juego.

Ahora no me suele ocurrir. Por eso me sorprendió esta rama. Qué lástima que con la edad perdamos esta capacidad de ver aquello que no está; de imaginar otras realidades. Incluso creo que a los niños de ahora tampoco les suele ocurrir... la infancia de pantallas y “realidad virtual” que viven les aleja de tener que imaginar porque se lo da todo bastante hecho...

Así que, siempre que puedo, me fijo en estas cosas para volver a ser niña.